domingo, 1 de noviembre de 2015

Ni que llamen a la mamá 'e Tarzán

Por Miguel Yilales
@yilales
Existen numerosos ejemplos de seres humanos criados por animales y no por eso perdieron su humanidad y terminaron convertidos en bestias. Por supuesto que me refiero al mundo literario y no a ninguno de esos personajes del mundo real que, de vez en vez, aparecen.
Virgilio nos hablaba de dos legendarios hermanos fundadores de Roma que fueron amamantados por una loba y, sabemos que Rómulo y Remo, conformaron lo que sería todo un imperio aunque terminase en la decadencia o Rudyard Kipling quien nos describió a Mowgli también criado por lobos y que adquiere la capacidad de comunicarse con algunos animales, pero ninguno tan significativo como el personaje creado por Edgar Rice Burroughs: Tarzán.
Y digo que ninguno tan representativo como él porque tiene 86 adaptaciones cinematográficas, varias versiones radiales y televisivas, múltiples formatos impresos y porque hasta su mamá, sin ánimos de nombrársela a nadie, alcanzó connotación.
En Venezuela por ejemplo, cuando se alude a ella, se puede querer decir que una persona es poseedora de un ego tan elevado que se cree la progenitora del rey de los monos o puede denotar, bien imposibilidades: “lo va a arreglar la mamá 'e Tarzán” o una negativa rotunda: “te lo va a pagar la mamá 'e Tarzán”.

La junta de la liana

Todo esto viene a colación porque pareciera que en el país hay un grupo de conocedores de la política, escribidores de oficio y generadores de la opinión pública nacional que ven en la mamá 'e Tarzán la solución a nuestros problemas o que amenazan con ella cuando se ven con el agua al cuello.
Fíjense que en las últimas semanas todo el mundo la ha mentado por múltiples razones, me refiero a la progenitora del hombre mono y no a otra aunque motivos haya de sobra para hacerlo, en especial cuando no se consigue comida, medicinas, hay que hacer largas colas para adquirir cualquier cosa o se consigue ropa rebajada (voluntariamente a juro) pero no tiene con que adquirirla.
Por una parte está el heredero de las glorias del tiranozuelo del siglo XXI (aunque hay aduladores que propusieron inventar el título de libertador del siglo XXI) que juró por un puñado de cruces que acataría los resultados electorales, aunque para su show hubiese tenido que poner a rodar la especie que su ministra electoral había fallecido y resucitarla al tercer día, para luego decir que nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, y eso incluye a la tan mentada mamá 'e Tarzán, entregaría la revolución, como sí alguien quisiese quedarse con ese esperpento.
Él dijo, en una actitud que dejaría pálido a Kim Jong Il y a Robert Mugabe, que sí en el proceso electoral del 6D ocurría lo que señalan todas las encuestadoras entonces implementaba una junta cívico militar, como si fuese un secreto que el régimen venezolano con tantos ministros, gobernadores, alcaldes, embajadores y diputados que se guindaron en la liana de la revolución para saltar de lo castrense a la política, cada vez es menos civil.

Jueces y verdugos

Y eso es lo que pasa cuando tienes al frente del país a un mofletudo personaje, con una gran bocaza, grandes ojeras con ojos, que destaca por sus disparates y que nos recuerda a aquellos personajes creados por Jim Henson, me refiero en lo bufo y no solo porque se comporte como si fuese un Muppet de los hermanos Castro.
Pero no crean que esa sea una característica exclusiva del gobierno. En la oposición también hay sus disparateros. Son jueces y verdugos, una especie amalgamada entre Secondat, Robespierre y Charles Henri Sanson (quien decapitó al Luis XVI), que deciden cual debe ser el destino de quienes aspiren pisar la tierra que ellos pisan y respirar el aire que respiran. Es que ni que la madre de Tarzán gobierne en el imperio del norte esperan compartir los privilegios que solo a ellos, como los “únicos” que se han sacrificado con el exilio y los “únicos” verdaderamente perseguidos, les corresponden.
Para que la protección del asilo se dé deben concurrir dos hechos: el miedo (subjetivo) por la persecución y los elementos de convicción (objetivo) por el acoso. En este país todos cumplimos el primero, del segundo no sé si están todos los que son, ni si son todos los que están.
Hay quienes destacan por las barbaridades, burradas y bestialidades que dicen, que se comportan igual y terminan pareciéndose a lo que tanto adversan al creerse por encima del bien y el mal y que no tienen remedio ni que llamen a la mamá 'e Tarzán.

Llueve… pero escampa

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