Por Miguel Yilales
@yilales
Estas últimas semanas han sido de revelaciones en Venezuela.
Todo lo que se creía, se murmuraba, se sospechaba se hizo realidad. Las
investigaciones periodísticas que indicaban de que aquí mandaba el hampa
estaban en el camino correcto a pesar de los esfuerzos del gobierno de Nicolás
Maduro (la continuación del de Hugo Chávez pero sin la indigestión de los
petrodólares) por ocultarlo.
Este es un país en el que un periodista que dirige un portal
Web es capaz de generar una campaña que desestabiliza al gobierno, en el que
hay una página electrónica dictamina las medidas económicas y dispone el precio
cambiario de la moneda y en el que unos dirigentes de oposición planifican la
muerte de un compañero porque todas las encuestadoras, incluso las
progobiernas, dicen que tienen 30 puntos de ventaja y desean despilfarrar esa preeminencia
para que la elección del 6 de diciembre sea más cerrada porque es insuficiente
el ventajismo que le da el abuso del poder, el tener a un parcial ministerio
electoral dirigido por una talibán que usa brazalete y contar con una
observación de un club de chulos dirigida por alguien relacionado con el
narcotráfico que parece se ha vuelto el negocio familiar oficial.
A pesar del miedo y
terror

Nada de construir centros de rehabilitación que reinsertaran
al penado a la sociedad, era más fácil ponerlos a dirigir las mafias de las
drogas, secuestros exprés y extorsión como una prerrogativa con tal de hacer
invisible las protestas por hacinamientos, por los retardos procesales y por la
violación de derechos humanos, que aún siguen existiendo y que se han
convertido en política de Estado.
Crearon centros de adiestramiento (presumen son
universidades porque así las llamaron) que generan pésimos resultados con
formación deficiente y sin capacidad para discernir entre distintas corrientes
del pensamiento porque estafan con un adoctrinamiento sin sentido. Se les hizo
creer a quienes iban a sus aulas que un título era la solución cuando en realidad
es la mayor estafa académica jamás vista.

Pero la consolidación ha venido por exacerbar el expediente
de la violencia. Durante años en el país han sido asesinados miles de
venezolanos en manos de un terrorismo paraestatal dirigido desde el Estado. Se
crearon círculos del terror, colectivos de malandros y grupos paramilitares
(que mientan milicias) para infundir miedo y terror.
Son criminales en el
poder
Primero comenzaron con una serie de amedrentamientos en
contra de dirigentes de oposición y periodistas incómodos, reteniéndoles el
pasaporte, retardando los vuelos e inspeccionándoles exhaustivamente sus
equipajes. De ahí pasaron a los montajes de expedientes y a las acusaciones sin
pruebas, para finalmente concretar lo planificado: asesinar a un dirigente
opositor.
Si bien es cierto que las pesquisas no se realizaron, ya un
resentido psiquiatra dictaminó que era una venganza entre bandas, lo cual es
similar a decir que un crimen pasional o el asesinato de quien busca drogas en
un peligroso barrio son crímenes políticos cometidos por paramilitares
contratados por la oposición.
Cuando Armstrong llegó a la Luna dijo que su pequeño paso era
un salto gigante para la humanidad, en 7 días los venezolanos estaremos ante la
oportunidad de dar ese gran salto, en un territorio que, aunque parece la
superficie lunar, es la tierra que nos vio nacer. Hagamos lo que los
abstencionistas no quieren, lo que los pesimistas no desean y lo que la mayoría
aspira para demostrarle a los delincuentes en el poder que desperdiciaron más
de 3 lustros para conformar un país esclavos y no de ciudadanos, arrodillar a
un pueblo que desea estar de pie y hacer política con delincuentes, malhechores
y bandoleros sin entender que una organización criminal no es gobierno.
Llueve… pero escampa