Por Miguel Yilales
@yilales
Desde hace mucho tiempo hay quienes creen que son la
conciencia de la humanidad, del mundo y de la venezolanidad, pretenden decirle
a los demás qué, cuándo y cómo hacer las cosas, lo cual en cierta medida no es
malo, por el contrario, hacerlo debiera ser el leit motiv de cualquiera que incursione en la política o quiera
constituirse en generador de opinión pública.
Lo malo es, cuando desde esa posición de poder que les dan la
política y los medios de comunicación, creen que lo que hagan y digan no tiene
consecuencias o lo que es peor que esta le permitirá recoger los frutos al
final del camino solo para ellos.
Resulta que hay personajes de la fauna política venezolana,
que quisieran ver derrotada a la oposición solo para regodearse diciendo que
ellos tenían la razón, que ya sabían que ninguna dictadura comunista salía con
votos y que solo ellos salvarán al país cuando vuelva la República, la
democracia y la separación de poderes como consecuencia de un proceso de cambio
que surja como generación espontanea y no inducido por el liderazgo opositor.
En ese lote se inscriben los que le dicen a la gente: no
votes, salva tu voto, quédate en casa, pero no ofrecen más nada que el diagnóstico
y ninguna receta para el tratamiento que permita solucionar la crisis que vive
el país, a menos que sus planes los tengan in
pectore o sean “Solo para sus ojos” como en la película de James Bond.
Sin chequera y sin
galán
Esos son los que adversan el totalitarismo chavista pero
desean instaurar un totalitarismo con sus ideas (que por supuesto son mejores
que las chavistas, pero igual de fascistas) o son los que desean de todo
corazón gobernar con sus amigos y conocidos (el mismo nepotismo de estos 17
años) porque nadie esta tan preparado como ellos, aunque al final no puedan
influir en los ciudadanos porque no enamoran, no convencen y no tienen los
recursos para hacerlo.
La conseja popular indica que el amor no sobrevive a un
galán, que los dos no subsisten a una chequera y que no hay nada más peligroso
que galán con chequera, aunque hoy en día eso de andar con chequera sea pavoso,
obsoleto y vetusto, en especial desde que apareció la publicidad del banco que
hasta etiqueta les dio.
Pero si un galán con chequera es además un autoritario
inescrupuloso que no tiene reparo en usar el miedo para dominar a los demás,
porque sabe que este paraliza a los débiles, entonces se crea la tormenta
perfecta que suprime la voluntad y el deseo de lucha. Así fue la historia de
quien inició la desgracia que vivimos: se convirtió en galán (sin tener los
atributos) por el voto popular y tenía una buena chequera (que no era de él)
gracias a la factura petrolera: enamoraba como lo haría un charlatán, cuando le
fallaba el parloteo sacaba la chequera para comprar voluntades, luego armaba
expedientes para amenazar a sus colaboradores y terminaba con llevar a la
degollina a quienes se salieran del redil.
Claro todo eso era fácil, porque si bien es cierto que no
calzaba los estándares de estrella, tenía todo el dinero para comprar adeptos y
partidarios, además los asesores cubanos le hicieron creer que había tanto amor
como para que la gente se resteara con la revolución a pesar del hambre y que
en caso de que lo irremediable ocurriera podía dejar a cualquier fantoche sin
carisma, educación y autoridad como sustituto porque la fuente de dinero era
inagotable.
Todo tiene su final
Al final ocurrió lo que previsiblemente podía pasar: que el que
se creía eterno se murió, que el billete se acabó, que heredero del galán sin
billete se quedó y que el amor con hambre no duró, por lo menos así lo señalan
las encuestas, por lo que a la caterva gobernante solo les queda el miedo, que
cada vez es menor.
En este momento los venezolanos estamos en la encrucijada de
tomar las decisiones necesarias para acabar con la tiranía que se ha incoado en
el poder, podemos dormirnos en los laureles y quedarnos en nuestras casas
esperando a un supuesto Salvador que tome el testigo en sus manos o por el
contrario actuar con firmeza al ejercer nuestros derechos.
Pareciera mentira que tras vivir la suma de todos los vicios
de los siglos XIX y XX en pleno XXI, aun haya quien no trabaje para salir de la
tiranía chavista que nos mantiene oprimidos y prefieran que esta se mantenga
porque la solución no es la que ellos proponen, lo cual demuestra que a pesar
de lo mucho que dicen querer al país no tienen límites para el ridículo.
Llueve… pero escampa
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