Por Miguel Yilales
@yilales
Eso de llegar al final de año y tener buenos deseos para el
futuro es una tradición universal. Incluso los que se rigen por distintos
calendarios celebran la llegada de una nueva era por la esperanza que
representa.
En esta época también surgen los presagios, pronósticos y
predicciones de muchos lenguaraces, con poderes o no, que les da por decir,
explicar y asegurar lo que les depara el futuro a los más 7 mil millones de
almas que habitan esta Tierra, sin importar si se trata de Trump, Clinton,
Cabello, Maduro, Capriles, López o usted que me lee. Indudablemente que todo esto está asociado con la
ansiedad que siente el ser humano por lo impredecible.
Por supuesto que para no quedarme atrás desde hace años me
pongo para esta fecha mi bata y mi turbante, para sacar a relucir mis dotes de videncia con los que predigo los hechos venideros.
Claro está que no me da por invocar muertos, examinar entrañas de animales, oír
el canto de las aves, leer las líneas de las manos, ver las oscilaciones de una
lámpara o interpretar sueños, ni mucho menos parecerme a ese personaje venezolano
que sabe de cocina, religión, derecho, economía, opinión pública, política y,
quien sabe, ciencias ocultas.
A las pruebas me remito

Para el año
siguiente, luego de revisar los elementos de la naturaleza, me llegaron
las señales para el 2015, por eso escribí “Que Dios nos agarre confesado”
porque se sabía que habría mucho joropo y muy pocas alpargatas para tanta
gente. Este se vislumbraba, como realmente fue, un año de escasez de todos los
insumos con los que alguien viviría y no esta eterna persecución de productos
para medio sobrevivir; la salud, la educación y la seguridad continuaron de
vacaciones con un gobierno que se dedicó a viajar y despilfarrar; una oposición
que resultó triunfadora (reconozco que no lo preví) a pesar de los traspiés,
las críticas ante la inacción, el reparto de las cuotas, el ventajismo
oficialista y la ausencia de una propuesta que convenciera sobre la necesidad de
cambiar el rumbo (la gente votó obstinada de los desaguisados y los guisos
chavistas).

Más futuro que pasado

Hay que abonar el camino para que en tiempo perentorio se
alcance el objetivo de salir de la caterva de delincuentes, choros,
malhechores, atracadores y malandros que desgobiernan al país. Alegrémonos
porque este año que se avecina será descabellado, ya tenemos un parlamento así,
en especial porque el que juraba que no entregaría lo va a tener que hacer, ahora
a construir un país en el que disfrutemos de tan anhelada “calvicie” política.
Llueve… pero escampa