Por Miguel Yilales
@yilales
La naturaleza es una cosa seria. Nadie se escapa de ella ni
puede pretender ser otra cosa que lo que es. Un marisco no es molusco, un burro
no es caballo ni un gorila es humano por mucho que algunos simios se comporten
mejor que muchos hombres. Así también ocurre entre las personas nadie puede
pretender que un ingeniero piense como periodista, un médico como arquitecto,
un sociólogo como psiquiatra, un estudiante como profesor, un terrorista,
extremista y fanático como un pacifista, un religioso como un epicúreo o un
militar como un civil.
Para el cadáver insepulto y su camarilla de cómplices, que
no creían en la democracia ni la entendían, su paso por la vida militar era
importante porque desde allí tenían la posibilidad de emular al gorilato
latinoamericano y asaltar por la fuerza a las instituciones del Estado para
instalar un régimen paramilitar con modos de democracia, pero que no podía ser
tal, al tener ministros que ejecutan órdenes en lugar de administrar, con funcionarios
que adulan su jefe en lugar de servir al ciudadano y con un Estado organizado
en batallones, brigadas, unidades y milicias.
Hoy la casi totalidad de las democracias se basan en una
constitución que organiza y controla el funcionamiento del Estado, donde
prevalece la división de poderes, el derecho a votar y ser votado, el derecho
de la propiedad, la existencia de partidos políticos (en plural), la libertad
de expresión, la libertad de asociación y la vigencia de los derechos humanos,
que se traduce en la coexistencia de la regla de la mayoría con los derechos de
las minorías.
No hay elecciones
militares
Por estas razones ninguna institución, organización o persona
que utilice un sistema en el que solo prevalezcan las órdenes, su cumplimiento
y el castigo puede considerarse democrática y eso incluye a los militares de un
país, a los grupos irregulares alzados en armas, a las mafias y a las pandillas
gansteriles que tienen la misma estructura castrense, con jerarquías y mando
indiscutible (hasta que eliminen al capo), con capacidad para entrenar y
ejecutar acciones de combate. Todo lo contrario a los sistemas democráticos. Y
aunque a algunos, militares incluidos, les puede sonar chocante, eso es así.
Imagine usted a Eisenhower consultándole a las tropas
aerotransportadas antes del Día D sí estaban de acuerdo o no con el desembarco,
cuántos apoyaban Normandía o sí debían hacerlo en Calais, qué tipo de armamento
usar y cuántos hombres emplear o a Patton preguntándole, mediante elecciones, a
los oficiales y a la tropa cuál debía ser el plan de abastecimiento logístico
para el desembarco en Sicilia. Reemplace los nombres por Al Capone, Pablo
Escobar, el Mono Jojoy, el comandante Fausto o el capitán cavernícola del mazo
y no habrá diferencia.
La realidad es que, genéticamente, el régimen chavista,
formado por militares golpistas, por exguerilleros adiestrados en Cuba, por
trasnochados ñangaras, por las más corruptas mafias latinoamericanas, por terroristas
entrenados en el Oriente Medio y que vive en conchupancia con los cárteles de
la droga, no puede aplicar para sí mismo los preceptos de la democracia.
Ni excomunión ni Guardia
Suiza
En consecuencia para ellos el diálogo no es la forma de
dirimir las diferencias sino una acción retardatriz que les permite ganar
tiempo, reacomodar fuerzas y destruir al enemigo que, en su caso, es la
oposición, saben que obligarán a la MUD a levantarse de la mesa de diálogo y,
como quien se ve al espejo, la acusarán de antidemocrática, fascista y
terrorista y además porque sí dejan con los crespos hechos al enviado del
Vaticano saben que el papa Francisco no retirará al nuncio apostólico, como
ñangaras (que son) no les quita el sueño la excomunión por estafar, mentir y
embaucar a Su Santidad y porque no temen la invasión de la Guardia Suiza
Pontificia.
Ojalá que la oposición haya acudido al diálogo a sabiendas
de que todo esto va a ocurrir y no con la creencia de que la sola presencia del
Vaticano produciría una epifanía transformadora que permitiría activar las
elecciones, liberar a todos los presos políticos, el retorno de los exiliados, la reinstitucionalización del ministerio
electoral y del bufete de la suprema injusticia, el reconocimiento de las
funciones de la Asamblea Nacional y la atención a las víctimas de la crisis
humanitaria que vivimos, si no lo hicieron entonces
son pendejos y aún no han comprendido que ellos no son demócratas.
Llueve… pero escampa
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