domingo, 22 de mayo de 2016

Zamuro no cuida carne

Por Miguel Yilales
@yilales
El estado de emergencia o de excepción no es un invento de la constitución de 1999, ni el chavismo descubrió el agua tibia con ellos. Más bien es un principio jurídico medieval derivado de una frase en latín «Exceptio probat regulam in casibus non exceptis», es decir, «la excepción confirma la regla en los casos no exceptuados», cuyo significado es que sí existe una excepción, debe existir una regla para la que se aplica dicha excepción.
Un estado de emergencia está para dictarse, generalmente, en caso de perturbación de la paz o del orden interno de un Estado, ya sea a consecuencia de catástrofes, brotes de enfermedades contagiosas, graves circunstancias políticas o civiles que afectan o impidan la vida normal del país. Eso es la regla en todas partes menos en Venezuela.
Nicolás Maduro ¿Comandante en jefe?
Cuando en 1999 ocurrió una catástrofe no decretaron la alerta; ahora que la calamidad es la ineptitud gubernamental, pretenden imponer a cal y canto, una emergencia por una supuesta guerra económica que han perdido en todos los frentes de batalla (inflación, estancamiento, productividad, políticas monetarias y pérdida del poder adquisitivo) y, por si fuese poco, amenazan con decretar el estado de conmoción, como si ya no la viviésemos desde que se instauró el Socialismo del Siglo XXI.
El Dúo Dinámico de la revolución
Miliciano con armamento de última generación
Para ello a Nicolás Maduro se le ocurrió, en medio del desasosiego que debe ser que Pepe Mujica te tilde de cabra loca o que Luis Almagro te considere aspirante a dictadorzuelo (ya lo es para la mayoría de venezolanos), que para afrontar la pérdida de popularidad, oponerse a ser desalojado por la puerta de atrás y que nadie sienta el más mínimo respeto por ti, se inventaría una agresión externa que cohesionara a los ciudadanos con ese esperpento militar que el mismo califica de: bolivariano, socialista, antiimperialista, humanista y, profundamente, chavista.
Frente a la supuesta amenaza yanqui, que ojalá la enfrente mejor que a la guerra económica porque si no nos espera una capitulación más expedita que la de Saddam Husseim con su medio millón de combatientes y toda la chatarra rusa y china que poseía, Maduro ordenó realizar ejercicios militares en los que movilizó, al ritmo de la guaracha de Billos, tanques, cañones, aviones, barcos y milicianos.
Miliciano para hacer correr a los marines
Es que uno se imagina a los gringos del cuerpo de marines y del ejército norteamericano, que es la amenaza anunciada por el Dúo Dinámico de la revolución: Maduro y Diosdado (el orden de los factores no altera el producto), apurados para poner pies en polvorosa cuando se les plante enfrente alguno de los robustos generales bolivarianos con botella de güisqui en mano y al mando de soldados famélicos (aquí ya no se hacen las tres comidas) o de unos combatientes, con un fusil al hombro, dignos de ser estudiados por la gerontología.
Asimismo Maduro jura que los pocos F-16 que quedan, los Sukhoi que no se han caído y los K8 chinos van a hacer huir a los 5 mil aviones de la Fuerza Aérea gringa y las mil aeronaves desplegadas en los 10 portaviones en servicio o que las fragatas (que no hayan encallado, como la que dejaron en Brasil) y los 2 submarinos (que están en servicio desde 1976) son suficientes para hacer morder el polvo a 10 portaaviones, 22 cruceros, 62 destructores, 10 fragatas, 29 buques de desembarco anfibio y 72 submarinos nucleares.
Lealtad al mejor postor
Malandros con o sin uniforme
Esa fuerza militar que se envalentona para atacar a ciudadanos pacíficos que ejercen el derecho a protestar, es la misma que le ha permitido al hampa gobernar la principal base militar en Caracas: Fuerte Tiuna, que le jura lealtad a Nicolás y que pretende actuar, entre bambalinas, como un partido militar, presto para conducirse, según el mejor postor, a favor o en contra del gobierno de turno.
En 1945 a Medina Angarita se le quedó vacío el Cuartel San Carlos; a Rómulo Gallegos ya sabemos lo qué le pasó; a Pérez Jiménez lo idolatraban hasta que salió en la Vaca Sagrada; contra el otro Rómulo se alzaron en Carúpano, Barcelona y Puerto Cabello; con Carlos Andrés Pérez todos eran leales hasta que unos pocos dejaron de serlo (1992) y a Chávez lo desconocieron por irresponsable y majadero.
Estos son los mismos militares de donde salieron Alcalá Cordones y Rodríguez Torres, personajes en quienes Nicolás Maduro tenía plena confianza (hoy cree traidores porque fueron abducidos por extraterrestres) y no entiende que zamuro no cuida carne así sea de cabra, becerro o burro.
Llueve… pero escampa

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