Por Miguel Yilales
@yilales
Todo niño, en su temprana infancia, hace pucheros gigantescos
antes de romper en estrepitoso llanto, si de querer conseguir algo se trata.
Recuerdo que mi abuela encontraba siempre la forma de cambiar ese llanto manipulador
en carcajadas con un inocente juego que consistía en recorrer varias puntos de los
brazos mientras decía que en ese lugar no se comía carne hasta que llegaba a las
axilas y decía: ¡Aquí sí!
Ahora gracias a una revolución indolente e inhumana nadie
esboza la más mínima sonrisa al ver cómo nos han metido la mano, no en las
axilas, sino en los bolsillos, para depauperar a los pobres y enriquecer a los
que mantienen mil millonarios negocios con el gobierno, a tal extremo que si
quisiéramos hacer esta charada con los niños nacidos en esta revolución, en
especial durante la fase terminal que encarna Nicolás Maduro, uno se quedaría
en el “aquí tampoco” como un disco rayado, ya que la aguja permanece en el
mismo surco, porque no se encuentra nada.
Usted puede reemplazar la carne por cualquier insumo de la
dieta y nunca llega al aquí sí; si se trata de la seguridad basta con leer las
crónicas policiales, que ya no salen en la prensa sino que son trinos regulares
en el Twitter, y se quedará en el aquí tampoco; puede intentar con la
educación, el poder adquisitivo, la calidad de vida o con las necesidades más
básicas (luz o agua) y estoy totalmente seguro que no pasará del aquí no se
consigue…; es que ni siquiera con la salud porque no se encuentran medicamentos
y los pacientes se mueren a la espera de recuperar la buena salud.
Que le pongan “La
pollera colorá”
Pero esa carencia es la de menor importancia, la que
realmente preocupa es la pérdida de valores y principios que nos hacen distintos
al resto de los seres vivos del reino animal. Es que con el Socialismo del
Siglo XXI y su putrefacta dirigencia se acabaron hasta las buenas maneras.
Desde que la despiadada hiena que fungía como ministro de
información se burló del fallecimiento de un agricultor que hacía huelga de
hambre en búsqueda de la justicia denegada o que al ocurrir alguna desgracia
les da por bailotear “La pollera colorá”,
considerada una de las canciones más emblemáticas de Colombia y, por algunos,
el equivalente a nuestra “Alma Llanera” al otro lado de la frontera (no
sé si se trata de alguna reminiscencia infantil de Nicolás Maduro), no se había
presentado una situación tan nauseabunda como la ocurrida esta semana, cuando
una diputada, ex Tesorera de la Nación y con precaria reputación (lo digo por
su desempeño al frente de la cartera responsable por la seguridad, defensa y
salvaguarda de la república y no por otra razón) se refirió con desparpajo al
uso de las imágenes de un niño cuya vida se apagó lentamente por la indolencia,
la desidia, la culpa y la responsabilidad del ominoso gobierno que ella
defiende.
Mientras el país entero no salía del estupor causado por la
muerte de Oliver Sánchez, un niño de apenas 8 años de edad que en febrero clamaba
por medicamentos, a la diputada le molestaba que sus colegas parlamentarios le
reclamaran al gobierno nacional el porqué rechazó y devolvió la ayuda
humanitaria que desde diferentes confines del continente y del orbe habían
enviado para solidarizarse, y no precisamente al ritmo de cumbia, con los
venezolanos y la crisis de proporciones inimaginables que padecemos.
Ni contra Venezuela,
ni contra el gobierno
Pero para los irresponsables y mentecatos que ejercen el
poder, el que usted tenga que recurrir a la caridad porque aquí no hay como
tratar enfermedades tan simples como la gripe, la tos, el dolor de cabeza, la
hipertensión o las más complejas como el cáncer, las enfermedades renales
crónicas, la diabetes, el HIV-SIDA o el alzhéimer, lo que oculta es la pretensión
soterrada y subrepticia de que nos invadan las grandes potencias planetarias
con la intención de derrocar al mejor y más eficiente gobierno del mundo, en
toda la Historia Universal.
Una quimera que solo subsiste en las perversas mentes de estos
ñangaras trasnochados que entienden las sanciones a unos ladrones,
narcotraficantes y violadores de Derechos Humanos como un ataque a Venezuela y el
envío de ayuda humanitaria para los venezolanos como un ataque al gobierno, mientras
tanto los hechos ratifican, a Raimundo y todo el mundo, que con Nicolás Maduro
y la peste roja que lo acompaña aquí no hay democracia, aquí tampoco… ¿y aquí?
Menos.
Llueve… pero escampa
Totalmente de acuerdo y cuando aqui ya no hay nada urge trabajar para salir del que hace que no se encuentre nada y el pais salga adelante con las necesidades basicas para todos esten cubiertas mas cuando el dolor llena el alma que niños tengan que clamar por medicinas y la respuesta sea la burla en indolencia o no me muestres la foto porque les recuerda lo que son unos asesinos genocidas de un pueblo que muy caro paga el error de haber creido en ellos en algun tiempo.
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